El cuidado de los adultos mayores con cierto grado de fragilidad o dependencia suele recaer en primera instancia en un familiar, quien lo puede realizar con mucho esmero y amor pero si no recibe ayuda del resto o reemplazo de un cuidador formal, con el paso del tiempo sufre estrés, agobio, angustia, lo que repercute en su salud, calidad de vida y tarea. Entonces, ¿quién cuida a los que cuidan? ¿cuán importante es?
Natalia Muñiz
La mayoría de los cuidadores son mujeres: esposas, hijas, nueras, muchas de las cuales también son adultas mayores, trabajan fuera y dentro del hogar, estudian, cuidan a los menores de la familia, encontrándose con sobrecarga de tareas y sin la contención ni el reconocimiento adecuado. A esto se suma la autoexigencia porque quien cuida lo quiere hacer bien, pero se encuentra sin herramientas para sobrellevar ciertas situaciones.
“Más que falta de capacitación, a los cuidadores familiares les falta sostén. Cuando uno se enfrenta a una enfermedad de un ser querido, por lo general, se pone a disposición de quien necesita sin medir las consecuencias ni saber cómo va a administrar el cuidado”, señaló a este diario Laura Bosque, coordinadora del Seminario de Cuidadores Informales de la AMIA, actividad gratuita, abierta a la comunidad y destinada a familiares y amigos que cuidan a personas mayores con algún grado de dependencia.
“La familia siempre da respuesta; en el mayor porcentaje de los casos, es quien sostiene el cuidado y a lo largo de todo el proceso de envejecimiento. Muchas veces el familiar es consciente de esta situación y otras lo hace por necesidad, porque el tema se impone y a veces no sabe qué hacer”, describió.
La profesional señaló: “En este cuidado hay cansancio, angustia, agotamiento. Además está la creencia que tiene que cuidar uno solo, cuando en realidad todos tienen que aportar, quizá no en una relación tan directa como el cuidador principal, pero sí ayudar”.
En este punto indicó que el cuidador familiar – diferenciándolo de uno formal, quien se capacitó y cobra por su trabajo – “desconoce el requerimiento que va a tener esa tarea para él en horas y energía. Entonces cuando aparecen los síntomas de cansancio se empiezan a deteriorar los vínculos más cercanos, con la pareja, los hijos, se comienzan a aislar socialmente, puede no tener ganas de hacer otras cosas porque estar agotado. Es muy difícil proyectar la propia vida y un ejemplo típico son las vacaciones: ¿qué hago?, ¿me voy o no?, ¿quién va a cuidar de mamá/ papá?
“Las situaciones frecuentes que suelen enfrentar los familiares son los cambios en su vida: una desvinculación con lo que hacía cotidianamente, van pasando a segundo plano sus intereses y todo transita por cómo llevar adelante ese cuidado. Eso no significa que la tarea se haga mejor, sino que se da una simbiosis entre el cuidador y quien recibe el cuidado, lo que no es bueno para ninguno de los dos”, explicó.
A esto se le debe agregar que es un trabajo sin reconocimiento económico ni familiar, y este último “es el que más duele”, señaló la profesional”.
Al respecto comentó que las personas que realizan el seminario “por lo general, llegan con mucha angustia y preocupados por si lo están haciendo bien, porque el familiar no quiere cuidar de cualquier manera”. Y explicó que “la característica que tiene el grupo es que no son personas que acompañan a otras con una enfermedad particular sino que cuidan de sus propios familiares y esto es las 24 horas, estén presentes o no”.
Por ese motivo se habla sobre “cómo se sienten, cómo proyectan el cuidado, comparten experiencias y aprenden estrategias”, destacó. El Seminario es gratuito, abierto a la comunidad, y se dicta los miércoles de 18 a 21 en Uriburu 650, primer piso, Capital. Para informes llamar de lunes a viernes de 9 a 17 al 4959-8800, int. 8939 ó al 4959-8815.
Recuadro: ¿Quién lo hace? Consultada sobre quiénes suelen ser los cuidadores, la coordinadora del Seminario de Cuidadores Informales de la AMIA, Laura Bosque, afirmó que “las mujeres: la esposa, las hijas, las tías”.
“El hombre cuida sobre todo cuando la esposa tiene algún deterioro cognitivo, pero cuando hay otro tipo de pérdida de funciones, suele ser la familia la que sostiene”, señaló.
Respecto a cómo se designan los roles, Bosque explicó que en algunas familias se designa desde la niñez, pero en otras “ocurre que un familiar se enferma, por ejemplo, hay una fractura o un ACV y la familia le dice a uno: vos con papá/mamá tuviste siempre una buena relación; vivís con papá/ mamá, se enfermó y te toca cuidarlo; tus hijos ya son grandes; ya te jubilaste. Pero una cosa no significa la otra. Hay una asignación verticalista cuando la gente tiene que tener la posibilidad de optar y optar cómo quiere y puede hacerlo”. Y señaló que tras el Seminario “se ve en las familias un proceso saludable porque están en juego los vínculos y toda una historia familiar”.
Fonte: Texto encaminhado pela autora, publicado em 27/6/2011, em [email protected]