De las 51 víctimas fatales por las inundaciones sufridas hace pocos días en la ciudad de La Plata, 34 fueron personas mayores de 65 años. La rapidez con la que subía el agua y la fuerza con la que avanzaba arrasando todo a su paso impidió que muchas personas mayores, algunas con movilidad reducida, pudieran buscar refugio en casas y departamentos de vecinos. La mayoría murieron ahogados, arrastrados por la corriente o tratando de ayudar a otros.
Natalia Muñiz – Diario Popular *
En tanto, los sobrevivientes la aquella jornada perdieron medicamentos, muebles, frazadas, ropa, y recuerdos de toda una vida.
Consultado por este diario, el presidente de la Federación Argentina de Geriatría y Gerontología, Vicente Tedeschi, destacó que “por la falta de movilidad, la toma de psicofármacos y la rapidez con la que subía el agua hacía imposible a muchos adultos mayores salir ante la emergencia, muchos pacientes quedaron bajo el agua, y la mayoría de los que murieron eran adultos mayores”.
El reconocido geriatra platense destacó que muchos mayores que sobrevivieron a la inundación “están muy afectados por el impacto -más que otra cosa- de encontrarse en un determinado momento solos, sin poder hacer absolutamente nada y que el agua los vaya tapando. La desesperación fue terrible”.
En ese sentido contó que “una paciente, de 91 años, que estaba haciendo un tratamiento por una úlcera ahora está de nuevo infectada porque estuvo toda la noche mojada, sentada junto a su hijo en una silla arriba de una mesa”.
También comentó el caso de “una mujer, de 103 años, que podía deambular lentamente con un bastón, pero tuvieron que subirla a upa a un departamento de un primer piso porque en la casa tenía más de medio metro de agua”.
Los cuadros confusionales
Tedeschi sostuvo que “las crisis psicológicas son muy importantes, los cuadros confusionales, el miedo a no poder hacer nada en ese momento y a que se repita”.
Asimismo destacó el caso de dos hermanas, mayores ambas, que se salvaron porque el hijo de una de ellas fue a la casa y “logró poner la cama abajo de sillas, entonces la cama quedó a un metro sesenta y el agua llegó a 1,60, se salvaron justo”.
“Uno circulaba por la plaza el día después y era como una ciudad en guerra, después de una batalla campal: autos abandonados por todos lados, la gente sacando muebles, sillones mojados, la ciudad llena de basura porque todos sacaban a la calle lo que ya no servía más”, describió el geriatra.
En este marco subrayó que “muchos adultos mayores perdieron todo: la heladera, la cocina, el calefactor y ahora que viene el invierno va a ser terrible”.
También perdieron la medicación, ya sea porque se inundó la vivienda o al faltar la luz durante tres días se cortó la cadena de frío de remedios como por ejemplo, para la esclerosis múltiple, o la insulina, entre otros.
Múltiples necesidades
Por otra parte, el profesional destacó que “las obras sociales tienen que empezar con la campaña de vacunación antigripal lo antes posible porque estaban previstas para mediados de abril”.
Asimismo señaló que “hay que asistir a los mayores que tenían úlceras en las piernas y demás problemas, que se les aplique la antitetánica lo antes posible porque el agua
estaba muy sucia”.
También agregó que “habrá que conseguir la medicación que
se conservaba en la heladera porque con el corte de luz la perdieron, y las obras sociales muchas veces no lo vuelven a reconocer porque ya se le dio la dosis para ese mes”.
En tanto, Tedeschi señaló que se requieren pañales para adultos “porque las farmacias y los depósitos de pañales también se inundaron”, así como colchones, frazadas, ropa de abrigo y agua potable, entre otras cosas.
Recuadro: La importancia de adoptar medidas de prevención
La Magíster Silvia Gascón, miembro del directorio de Helpage International, destacó que “la movilidad reducida, los dolores musculares, las enfermedades crónica y la falta de medicación porque el agua se la llevó o se cortó la cadena de frío -tras tres días sin luz- hace de los adultos mayores un grupo vulnerable” en emergencias.
Asimismo la profesional platense indicó que cuando ocurrió la tragedia del huracán Katrina en 2005, el 71 por ciento de los fallecidos tenían 60 años y más.
“Muchas personas mayores viven solas, los hogares unipersonales son los que más crecen y si bien hablamos de envejecimiento activo y está muy bien, hay que poner el ojo en el riesgo”, advirtió y señaló la importancia de la adopción de medidas de prevención y asistencia a los adultos mayores, como la creación es un registro de personas mayores con fragilidad y de voluntarios para asistirlos.
+ Comentarios
Quisiera agregar a esta nota que Vicente Tedeschi también comentó que en una residencia geriátrica de City Bell se recibieron a “tres adultos mayores que se les inundó la casa y a sus hijos también, (entonces) los llevaban por un tiempo porque las casas quedaron destruidas”. En tanto, otras personas mayores “se autoevacuaron en casas de familiares, en zonas más altas”.
Respecto al recuadro de Silvia Gascón me gustaría ampliarlo: La profesional también manifestó: “Ocurrió lo que se viene avisando desde hace tiempo, que no hay servicios adecuados al porcentaje de la población mayor, porque en el momento de la emergencia no se puede hacer mucho, si uno no tiene servicios desde antes que apoyen a esas personas”.
“La cuestión de la emergencia es que justo, como es una emergencia, no se puede prever antes y no hay prevención, pero hay que poner el ojo en el riesgo” de las personas con fragilidad, sostuvo.
En este marco ejemplificó “la creación de redes de voluntariado, la conformación de un listado de personas adultas mayores vulnerables y con qué necesidades para saber asistir ante una emergencia”.
* Natalia Muñiz, redactora de Diario Popular, Buenos Aires, Argentina. Quería compartir con ustedes una nota publicada el domingo pasado. Al final del email hay un par de párrafos más que por cuestiones de espacio no entraron en la publicación pero es una lástima que no se pierdan. Saludos.
Diario Popular, domingo 7 de abril de 2013.