La guía se basó en las perspectivas y aportaciones de personas mayores, dispensadores de atención y proveedores de servicios, recopiladas en 33 ciudades de las seis regiones de la OMS: África, las Américas, el Mediterráneo Oriental, Europa, Asia Sudoriental y el Pacífico Occidental. La guía se centra en ocho esferas principales de la vida urbana que abarcan los determinantes de la salud y el bienestar: espacios al aire libre y edificios, transporte, vivienda, respeto e inclusión social, participación cívica y empleo, participación social, comunidad y servicios de salud, y comunicación e información.
Organización Mundial de la Salud *
Actualmente, la población mundial está sometida a dos cambios demográficos históricamente significativos, a saber, el rápido envejecimiento, y la migración hacia las ciudades. En consecuencia, el número de personas mayores que viven en centros urbanos está aumentando extraordinariamente.
En la mayoría de los países, el grupo etario que más rápido crece es el de 60 años y más. Se prevé que el número de personas de ese grupo pasará a 21,1% en 2050. Los grupos de población de más edad también aumentan con mayor rapidez en los países y regiones menos adelantados del mundo que en las regiones más desarrolladas. Sorprendentemente, se prevé que, para 2047, el número de personas de 60 o más años superará el número de niños menores de 15 años en todo el mundo, por primera vez en la historia.
Los grupos de población urbana también aumentan constantemente en todo el mundo, y en mucho mayor número en las regiones menos desarrolladas del mundo. En 2007, más de la mitad de la población mundial vivía en zonas urbanas. Se prevé que esa proporción aumentará al 70% para 2050. Cada año, el número de habitantes de las ciudades se incrementa en casi 60 millones. Para 2050, la población urbana habrá aumentado de 3.400 millones a 6.300 millones, lo que representa casi una duplicación respecto de 2009. En los próximos 30 años, la mayor parte de ese crecimiento de la población urbana se producirá en el mundo en desarrollo.
Dado que esos dos importantes cambios demográficos siguen afectando a numerosas partes del mundo, el envejecimiento y la salud en los entornos urbanos se están convirtiendo en cuestiones cada vez más prioritarias, tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo. Se han reconocido ampliamente los retos y las oportunidades que conllevan la migración hacia las ciudades y el envejecimiento de la población; sin embargo, la comprensión de las consecuencias de su convergencia es apenas incipiente.
En respuesta al envejecimiento de la población y el aumento de las enfermedades no transmisibles, los servicios de salud se están reorientando cada vez más para fortalecer la promoción de la salud; la prevención de enfermedades, discapacidades y fragilidad; la gestión de morbilidades concomitantes; y la prestación de atención a largo plazo y, al mismo tiempo, reducir las hospitalizaciones innecesarias. Más allá del sector sanitario, aspectos tales como el entorno natural y edificado, los servicios y programas sociales, las actitudes culturales, el capital social, la equidad y la inclusión, influyen en el grado en que las personas mayores pueden actuar y participar en la sociedad.
Los habitantes de más edad necesitan algunas condiciones de vida estimulantes para responder a los cambios físicos, mentales y sociales que experimentan a consecuencia del envejecimiento biológico. Esto puede faltar en los entornos urbanos que, en general, no están concebidos como centros residenciales para una población constituida principalmente por personas mayores. Si bien la presente guía se orienta sobre todo a los entornos urbanos, es preciso destacar la importancia de los entornos rurales adaptados a las personas mayores. En cualquiera de esos entornos, es crucial abordar los aspectos sociales y físicos del ámbito comunitario, a fin de responder adecuadamente a las necesidades y preferencias de las personas mayores y promover su salud y bienestar.
Más específicamente, en una ciudad adaptada a las personas mayores, las políticas, los servicios, el entorno y las estructuras apoyan y permiten un buen envejecimiento mediante:
– el reconocimiento de la amplia gama de capacidades y recursos de las personas mayores;
– la anticipación y la respuesta flexible a las necesidades y preferencias relacionadas con el envejecimiento;
– el respeto a las decisiones de las personas mayores y a sus elecciones de modo de vida;
– la protección de las personas más vulnerables; y
– la promoción de la integración de las personas mayores en todas las esferas de la vida comunitaria y su contribución a ese ámbito.
Se alienta vivamente al lector a leer la Global Age-friendly City Guide desarrollada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), para comprender cabalmente el concepto de adaptación a las personas mayores. Una lista de verificación de características esenciales de las ciudades adaptadas a las personas mayores está disponible para respaldar el desarrollo de políticas, servicios e intervenciones sanitarias y sociales que propicien la creación de entornos adaptados a esas personas.
La guía se basó en las perspectivas y aportaciones de personas mayores, dispensadores de atención y proveedores de servicios, recopiladas en 33 ciudades de las seis regiones de la OMS: África, las Américas, el Mediterráneo Oriental, Europa, Asia Sudoriental y el Pacífico Occidental. La guía se centra en ocho esferas principales de la vida urbana que abarcan los determinantes de la salud y el bienestar: espacios al aire libre y edificios, transporte, vivienda, respeto e inclusión social, participación cívica y empleo, participación social, comunidad y servicios de salud, y comunicación e información.
A fin de ayudar a las ciudades a mejorar su adaptación a las personas mayores y facilitar el aprendizaje y el apoyo mutuos, la OMS estableció en 2010 la Red Mundial OMS de Ciudades y Comunidades Adaptadas a las Personas Mayores. Esta Red conecta ciudades y comunidades que tienen el compromiso común adaptarse mejor a las necesidades de las personas mayores. El objetivo de la Red consiste en facilitar el intercambio de información y de prácticas óptimas, proporcionar asistencia técnica y capacitación, y ayudar a las ciudades a velar por que las intervenciones sean apropiadas, sostenibles y costoeficaces.
Las ciudades y comunidades que integran la Red están comprometidas a evaluar y mejorar continuamente su adaptación a las personas mayores y adecuar sus estructuras, políticas, entornos y servicios para que sean accesibles a las personas mayores con diferentes necesidades y capacidades y favorezcan su inclusión.
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