México – A menudo hay discrepancia entre lo que los adultos mayores gustan de hacer y lo que realmente hacen. Hay adultos mayores que prefieren actividades físicas, pero invierten la mayor parte de su tiempo viendo televisión.
Christian Oswaldo Acosta *
Los adultos mayores que están restringidos de sus actividades de ocio favoritas, informan niveles más bajos de satisfacción con la vida y generalmente valoran su salud como más mala en comparación con aquellos que no están restringidos de sus actividades de ocio favoritas (Mahon y Searle, 1994).
Los conceptos de satisfacción con la vida y bienestar están asociados a la felicidad y calidad de vida. La satisfacción con la vida, felicidad y bienestar, son conceptos en los que se ha enfocado la investigación sobre la calidad de vida. De acuerdo con el modelo de envejecimiento exitoso de Rowe y Kahn (1997), el nivel de participación activa en la vida es un determinante de qué tan exitosamente envejecerá la persona.
Mantener relaciones cercanas con otros y llevar a cabo actividades significativas (tales como las actividades de ocio), son dos de los componentes más importantes del envejecimiento exitoso. Un indicador de envejecimiento exitoso en adultos mayores, es la capacidad de mantener un sentido positivo de bienestar (Janssen, 2004).
El concepto de ocio es un importante elemento para promover estilos de vida saludables y activos. Aunque la definición de ocio puede incluir elementos de recreación y tiempo libre, conceptualizar este término exclusivamente dentro de estas perspectivas parece ser limitante (Dattilo, 2008). Argyle (1996) incluye tanto el tiempo libre como la actividad en su definición de ocio, donde el aspecto más crítico para definir el ocio, está en función de lo que motiva a la gente a participar en una actividad.
Argyle define el ocio como aquellas actividades que la gente hace en su tiempo libre ya sea porque lo desean, por su propia iniciativa, por diversión, entretenimiento, auto-actualización o por objetivos de su elección, pero no por ganancias materiales. Por lo tanto, se considera que un factor importante, quizá el factor más importante de la experiencia positiva de una persona, son las emociones y percepciones acerca de la experiencia.
El término ocio debe enfatizar la importancia de la percepción personal de que se es libre de elegir participar en una experiencia significativa, disfrutable y satisfactoria. Csikszentmihalyi (1997) concluye que si lo que hacemos diariamente tiene mucho que ver con el tipo de vida que tenemos, el cómo experimentamos lo que hacemos es aún más importante. De acuerdo con Rusell (1996), las experiencias de ocio proporcionan oportunidades para mantener la autonomía personal, la autodefinición y la elección, a menudo ausentes en otros aspectos de la vida. A través de la libertad de elección se experimenta la autodeterminación, y sin elección y autodeterminación, el ocio no existe. La autodeterminación es el poder de actuar como agente causal, aunque la libertad sea inherentemente limitada. Las normas sociales limitan la libertad y por lo tanto limitan la autoexpresión. Parte de la esencia del ocio es que el individuo se involucre en una actividad por iniciativa propia. En ese sentido, Kelly (1996) define al ocio como una actividad elegida en relativa libertad, por sus cualidades de satisfacción.
El ocio se ha concebido como una forma efectiva de promover la calidad de vida individual y comunitaria a través de actividades recreacionales, culturales y sociales orientadas a la gente desde la niñez hasta la vejez. Sin embargo, no toda la gente entiende la importancia del ocio (Janssen, 2004). Además, reducir la participación en actividades de ocio preferidas tiene importantes implicaciones para el bienestar de los adultos mayores. Por ello, la literatura enfatiza la necesidad de intervenciones enfocadas en facilitar las actividades de ocio entre los adultos mayores, lo cual mejoraría su bienestar. Un proceso de intervención que tiene el potencial de solventar esa necesidad es la educación para el ocio.
Un programa de educación para el ocio debe consistir en actividades escritas, orales y audiovisuales, diseñadas para mejorar factores tales como el conocimiento de recursos para el ocio y habilidades relacionadas al ocio, y/o para valorar el estilo de vida en general para entender mejor el rol del ocio en la vida de un individuo. El programa busca incrementar la conciencia de un individuo sobre sus intereses de ocio y de las oportunidades que puedan satisfacer estas necesidades. Puede ayudarlo a identificar y eliminar barreras de participación, y a tomar decisiones y hacer planes con relación al ocio. Además, después de que complete un proceso para clarificar necesidades de ocio, el individuo debe desarrollar planes para identificar cualquier barrera y seleccionar un proceso para facilitar los objetivos individuales de ocio. Este proceso ayuda al individuo a determinar qué tan bien su participación en el ocio refleja lo que le gustaría hacer. Esta parte del proceso dependerá de la discusión entre el educador y el individuo, alrededor de los diversos ejercicios en el programa (Mahon & Searle, 1994).
La educación para el ocio mejora los estilos de vida saludables y reduce las demandas de otros servicios de apoyo, por lo que la educación para el ocio debe establecerse como un servicio de salud preventiva. La educación para el ocio es una forma efectiva de reducir la brecha entre demandas medioambientales y las capacidades de una persona que envejece. Esta brecha puede degenerar en un proceso de discapacidad y dependencia. Afortunadamente, los adultos mayores que adquieran nuevas actividades de ocio, refuercen su involucración en las actividades de ocio que ya realizan y adapten actividades para mantenerse activos, pueden disfrutar de periodos más largos de independencia y de vidas felices.
Referencias
Argyle, M. (1996). The social psychology of leisure. UK: Penguin Books.
Brink, T. & Yesavage, J. (1982). Screening test for geriatric depression. Clinical Gerontologist, 1, 37-43.
Cardiel, R. M. (1994). La medición de la calidad de vida (Measuring Quality of Life). En: L. Moreno, F. Cano-Valle y H. García-Romero (Eds.) Epidemiología Clínica (Pp. 189-199). México: Interamericana-McGraw Hill.
Csikszentmihalyi, M. (1997). Finding flow: The psychology of engagement with everyday life. New York: Harper Collins.
Dattilo, J. (2008). Leisure education program planning. A systematic approach. Pennsylvania: Venture Publishing, Inc.
Janssen, M. (2004). The effects of leisure education on quality of life in older adults. Therapeutic Recreation Journal, 38(3), 275-288.
Kelly, J. (1996). Leisure. Boston: Allyn & Bacon.
Lawton, M. (1975). The Philadelphia Geriatric Center Morale Scale: A revision. Journal of Gerontology, 30, 85-89.
Lucas-Carrasco, R., Laidlaw, K. & Power, M. (2011). Suitability of the WHOQOL-BREF and WHOQOL-OLD for Spanish older adults. Aging & Mental Health, 15(5), 595-604.
Mahon, M. & Searle, M. (1994). Leisure education: It´s effects on older adults. Journal of Physical Education, Recreation & Dance, 65(4), 36-41.
Rowe, J. & Kahn, R. (1997). Successful aging. The Gerontologist. 37(4), 433-440.
Rusell, R. (1996). Pastimes: The context of contemporary leisure. Dubuque, IA: Brown & Benchmarck.
Sierra, R. (2003). Técnicas de investigación social, Teoría y ejercicios. Madrid: Paraninfo.
* Christian Oswaldo Acosta, profesor investigador en envejecimiento y salud, miembro del sistema nacional de Investigadores, perteneciente al ITSON (Instituto Tecnológico de Sonora). Email: [email protected] . Fuente: Acosta Quiroz, Christian Oswaldo (2013) Protocolo de Investigación: La calidad de vida y bienestar subjetivo en Adultos Mayores: Efectos de la educación para el ocio, ITSON, México. Disponible Aquí