La jubilación es uno de los grandes hitos que indica una transición vital entre el trabajo rentado y otros tipos de ocupaciones, razón por la cual puede motivar una crisis. Este pasaje tiene resoluciones variadas, y depende del género, los recursos económicos, sociales y educativos.
Ricardo Iacub (*)
En algunos puede promover la inclusión en nuevas propuestas, mientras que en otros puede dejarlo varado frente a lo que viene.
El psicólogo norteamericano Salthouse analizó las modificaciones que se producen a los 65 años a nivel intelectual y destaca que no dejan de estar relacionadas con los cambios globales que se producen en el proceso jubilatorio. Un estudio longitudinal realizado por Baer y colaboradores (Universidad Concordia, Canadá, 2013) aborda las transformaciones del funcionamiento cognitivo que se producen durante los 4 años siguientes de la jubilación, enfatizando que el funcionamiento cognitivo se ve afectado por diversas causas, entre las que se destacan las motivaciones y necesidades intelectuales, los niveles de actividad cognitiva y el estado anímico.
Al llegar el momento de jubilarse, el abandono del trabajo puede reducir los niveles de exigencia intelectual que la actividad laboral implicaba y aumentar los niveles de desuso, lo que generaría cierta pérdida de recursos cognitivos.
Cuando dichos niveles resultan reducidos, en comparación con etapas anteriores, se lo relaciona con el declive cognitivo. Mientras que la presencia de actividades nuevas o desafiantes y la mayor variedad de tareas cognitivas pueden ayudar a incrementar su potencial y su mejor desempeño. Dicho nivel de actividad facilitaría preservar e incrementar la “reserva cognitiva”, consistente en la capacidad de cerebro adulto de minimizar la manifestación clínica de un proceso neurodegenerativo. La continuidad pre y post jubilatoria toma una particular relevancia en el desarrollo de este andamiaje compensatorio, ya que es un momento vital donde pueden suceder cambios en las funciones cognitivas, quizás la más evidente se presente en la memoria.
Un dato importante de los hallazgos de investigación muestra que una mayor variedad de actividades que involucren diversas funciones mentales perseguidas en cualquiera de los años iniciales de la jubilación se asocia directamente con un mejor desempeño un año después.
Es importante tener en cuenta que los cambios en los estilos de vida pueden ir de la mano del desuso de ciertos recursos cognitivos o, por el contrario, de su extensión y redimensionamiento.
El desarrollo a lo largo de la vida, y en particular en el envejecimiento, de diversos proyectos es hoy una posibilidad más cierta que debe tener en cuenta la motivación, la actividad específica y un buen estado anímico luego de la jubilación para mantener el rendimiento intelectual y generar cambios.
(*)Ricardo Iacub docente universitario. Experto en tercera edad
Fuente: Clarín.com. Aquí . Aceso en 30/10/13