Argentina – En todos los tiempos han existido personas mayores que han necesitado la ayuda de otros para poder hacer actividades cotidianas, como comer, vestirse y bañarse.
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Pero en la actualidad la cantidad de personas que necesitan apoyo para sus actividades básicas ha ido en aumento, a tenor de la alta proporción de mayores de 80 años en el total de la población.
Y ello supone un enorme esfuerzo para las familias involucradas, sobre todo desde el punto de vista de sus presupuestos. Se trata de un tema que adquiere cada vez más actualidad en un país como Argentina, que es el tercero más envejecido de América Latina.
“¿Cuánto cuesta envejecer en casa y quién lo paga?”, es el elocuente título del reciente libro de los doctores argentinos Matías Manzoni, Nélida Redondo y Esteban de la Torre, quienes allí recogen los resultados de una investigación realizada en dos hospitales de la ciudad de Buenos Aires.
En un reciente artículo los autores plantean con crudeza que “el apoyo a personas mayores suele ser de largo plazo y ocasiona un costo que puede tener consecuencias catastróficas para los presupuestos familiares”.
Cuando hablan de “dependencia”, los médicos refieren que en esa categoría entran aquellos ancianos que necesitan ayuda para, por ejemplo, asearse, bañarse, levantarse de la cama, así como realizar compras, subir escaleras o utilizar el transporte público. Los médicos calcularon el valor actual aproximado del gasto anual que demanda a las familias la atención de una persona adulta mayor con dependencia en un sector socioeconómico medio/medio alto en la Ciudad de Buenos Aires.
“Se puede afirmar –sostienen- que la mediana de los valores rondan entre 12.000 y 17.000 dólares anuales, en hogares particulares y en instituciones de larga estadía, respectivamente”.
Sobre este punto reflexionan: “En América Latina todavía es común suponer que la dependencia es un problema privado, que debe resolverse en el ámbito familiar. Sin embargo, cada vez es más notoria la tensión que implica, sobre todo, un enorme esfuerzo para las familias involucradas”.
Otro dilema de las familias, relativo al cuidado de las personas mayores, tiene que ver con la decisión de si ellas envejecen en el hogar, o en casas de retiro y geriátricos.
La segunda opción respondería a duras necesidades de la vida moderna: el exiguo tamaño de los alojamientos urbanos, el trabajo de la mujer, la tensión nerviosa ambiental, y el aumento de la separación entre las generaciones.
Los gerontólogos sugieren que lo ideal sería que los ancianos permanezcan con la gente que quieren, con sus objetos, muebles, recorridos y rutinas. Pero eso supone garantizarles, en casa, condiciones de confort, bienestar e integración social.
En el caso de personas mayores dependientes el tema se complica. Las familias describen en estos términos la situación: “No quiero que mi mamá se quede sola, pero no puedo estar las 24 horas con ella”; “Mi papá se cayó y tengo miedo que le pase otra vez” o “Se perdió en la calle”.
Cuando la persona mayor requiere asistencia diaria su familia suelen contratar a una persona para que la cuide, pero en este caso se recomienda que sea alguien capacitado, como un “asistente gerontólogo domiciliario”.
Fuente: ElDíaonline.com. Disponível Aqui, en 3 junio, 2014, Editorial.
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