a ciudad está llena de trabas para los mayores

Salir de sus casas es una odisea. Deben caminar en medio de una ciudad poco amigable para ellos, que ya pasaron los 65 años y su paso es lento e inestable. La población de la tercera edad aumenta, al tiempo que encuentra más barreras: veredas rotas, colectivos con escalones altos, carteles ilegibles y edificios con rampas empinadas, entre otras.

 

Las barreras son muchas y, a veces, sortearlas implica terminar en el hospital.

Se lesionan al caminar por veredas rotas

Aumentaron los traumatismos de ancianos por los arrebatos. Un urbanista sostiene que no se cumplen las normas sobre las barreras arquitectónicas

Guillermo Fernández, de 70 años, sufrió un esguince de tobillo al pisar una baldosa floja en una vereda de la calle Laprida al 400. El hombre relató que tuvieron que ponerle un yeso y que deberá usar muletas durante los próximos meses hasta que se recupere. Fernández comentó que con las muletas se demora casi media hora en llegar a cobrar la jubilación porque las veredas están en mal estado.

“Vivo sobre la calle Jujuy, y los agujeros y desniveles de las veredas me retrasan. Cuando llego, la fila está muy larga y me da bronca porque tengo que esperar hasta el mediodía para cobrar”, contó.

Los mayores de 60 años son los más propensos a lesionarse los tobillos, las rodillas y los huesos del brazo cuando transitan por veredas dañadas o irregulares, debido a que ha disminuido su calidad ósea y articulaciones más débiles. El traumatólogo Pedro Gauna explicó que las consultas por este tipo de lesiones aumentaron en un 40%.

Las complicaciones que puede generar una caída para una persona mayor difieren mucho del resto. El traumatólogo Fabián Landa sostuvo que los problemas más comunes que se registran son las fracturas de cadera y de húmero.

“El principal inconveniente que veo en las personas que atiendo son los ataques de los arrebatadores. Mínimamente, llega uno por día al sanatorio, con golpes o fracturas producto de esta situación. El cruzar las calles para los ancianos resulta todo un inconveniente. Los autos no les dan espacio para avanzar, deben cruzar rápido porque no los esperan y terminan con un golpe; muchas veces serio. A mis pacientes les recomiendo, cuando pasan los 75 años, que utilicen bastón para mejorar su estabilidad y que cuando salgan lo hagan, en la medida de lo posible, siempre acompañados”, dijo.

Mantenimiento
La Ordenanza Municipal 2.073, sancionada en 1993, establece que el mantenimiento de las veredas de la ciudad es responsabilidad de los vecinos. La norma señala que las autoridades municipales o las empresas de servicios deben arreglarlas sólo cuando rompan la superficie del suelo para una obra pública o la instalación de un servicio.

La Dirección de Catastro de la Municipalidad de la capital está desarrollando operativos de control, desde marzo de 2004, para relevar el estado de las veredas en el casco viejo de la ciudad y registró unas 270 aceras dañadas en 90 manzanas. El director de la repartición, Eduardo Cárdenas, aseguró que, mediante intimaciones, lograron que alrededor de 100 veredas sean reparadas. “La idea es avanzar con el relevamiento hacia el microcentro y otros barrios de la ciudad”, señaló el funcionario.

Algunos de los vecinos admitieron que no conocen las exigencias de la ordenanza. Ricardo Suárez vive en la calle Crisóstomo Alvarez al 800 y su vereda tiene muchas baldosas rotas. “No sabía que me correspondía arreglarla. De todas formas, no estoy de acuerdo con la disposición porque es un espacio público y debería encargarse el Estado”, afirmó Suárez. En un edificio de Muñecas al 700 vive Sofía Varela, quien aceptó que la acera de su casa está dañada y afirmó que tampoco sabía que hay una ordenanza que la obliga a repararla.

“Hay rampas que son de salto, no de descenso”

“No hay una educación para entender a los mayores y a las personas con discapacidad. Esta es una asignatura pendiente que tenemos como sociedad. Falta voluntad para hacer las cosas bien y no existe educación urbana”, expresó el directivo del Colegio de Arquitectos de Tucumán, Julio Middagh.

Para acceder a algunos edificios los adultos mayores deben hacer grandes esfuerzos porque los escalones son demasiado altos o porque las rampas no tienen la pendiente adecuada. Es lo que los arquitectos llaman barreras arquitectónicas.

Según el especialista, la principal traba que hay en la provincia es la falta de cumplimiento de las leyes y de ordenanzas. Si esto se respetaría, hoy los abuelos tendrían una ciudad mucho más amigable, destacó.

“Un claro ejemplo de esto son las rampas: son muy pocas y donde están no tienen la pendiente que corresponde para que sean accesibles a los ancianos; son rampas de salto, no de descenso. Otra situación son las veredas: algunas están rotas; hay que caminar con mucho cuidado. En las esquinas donde hay rampas de descenso, al cruzar no hay otra para subir. ¡ Qué sentido tiene eso!”, exclamó.

Se duplicará la cantidad de ancianos en 2015

Según las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la población de personas que superan los 60 años se duplicará en 2015. Por eso es preciso que las sociedad se vaya adecuando para ofrecerles una mejor vida a los abuelos.

Los expertos en gerontología indicaron que el envejecimiento es un proceso biológico normal que produce cambios generales como ser: disminución funcional, aumento de la vulnerabilidad, y deterioro en la capacidad de adaptación y fragilidad. Estas personas deben afrontar una serie de conflictos que aparecen principalmente al momento de concretarse la jubilación.

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Según la gerontóloga Estela Bechara, es fundamental tener en cuenta que esa persona mayor sigue siendo útil, con sus diferencias, pero mantiene su condición de persona. “El adulto mayor ha perdido espacios dentro de la sociedad, no hay una conciencia social que los ubique en el lugar que les corresponde. Debido a esto es muy común que se depriman”, resaltó.

“Somos un país de viejos; los índices de la expectativa de vida han crecido. Sin embargo, socialmente no se tiene en cuenta esto. Hay que tomar conciencia de que no estamos frente a un inválido; sigue siendo una persona y hay que pensarlo como tal, dentro de una totalidad. No podrá hacer determinadas cosas, pero sí otras y eso hay que explotar. La contención que se le brinde es fundamental. Un viejo contenido es un viejo sano. Si está aislado, se enferma más”, sostuvo Bechara.

Susana Crivelli, directora de Medicina Social de la Provincia, dijo: “es preciso mejorar las condiciones de vida del adulto mayor. Para esto es necesario un modelo de atención que promueva estilos de vida saludables, prevenir enfermedades y asistirlos integralmente. No se pueden olvidar los problemas de índole afectivo, social y económico que los afectan. Las patologías más comunes tales como la diabetes, el colesterol y enfermedades coronarias, pueden ser evitadas; por eso iniciamos un programa de prevención”.

Los ancianos se sienten como una mochila pesada

La inaccesibilidad al transporte, la inseguridad y la falta de respeto provocan que muchos adultos mayores terminen por encerrarse en sus casas

“Somos como un mochila; así nos hace sentir la sociedad”. Teresa Graneros tiene 79 años y cada vez que sale de su casa tiene ganas de llorar. “Cuando vas caminando te empujan, no te piden disculpas. Si te agarran mal parada terminás en el piso. No sé qué le pasa a la gente; es como si no fueran a ser viejos nunca”, reniega.

Aquellos que alguna vez fueron parte importante de la sociedad hoy dicen sentirse discriminados e, incluso, tratados como una carga. La ciudad es hostil con la tercera edad: colectivos con escalones altos, choferes que no esperan a que bajen -como pueda-, carteles con letras chicas, cajeros automáticos indescifrables, pocos hospitales con infraestructura adecuada para atenderlos, veredas rotas, accesos dificultosos a los edificios, y golpes y empujones.

No es fácil la vida en la ciudad para quienes pasaron la barrera de los 65 años. El paso del tiempo dejó sus huellas: un caminar pausado y tembloroso. El solo hecho de salir a pagar un cuenta, ir al médico o a una reunión familiar es para ellos una odisea. Por eso, muchos terminan recluyéndose en sus casas.

Estudio
La Organización Mundial de la Salud (OMS) realizó una investigación en la que señala que se espera que en las próximas décadas el índice de envejecimiento ascienda considerablemente, y se eleven las cifras de adultos mayores con respecto a la de jóvenes. Esto se acompaña también con un incremento en la esperanza de vida.

Los expertos de la OMS indican por esto que hay aspectos que se deben cuidar para que una ciudad sea amigable con sus mayores. Estos son: los espacios verdes y las construcciones urbanas, el transporte, la participación en la vida social, el respeto y la inclusión, el apoyo comunitario y los servicios de salud, entre otros.

Nilda Yusef tiene 69 años y, a pesar de sus dolencias, decide no quedarse en su casa y mantenerse lo más activa posible. Asiste a los cursos de la Escuela para Adultos Mayores, (EPAM). “Me siento agredida constantemente. Si vas a hacer alguna compra los vendedores no te atienden bien. El tema de la inseguridad es muy fuerte para nosotros que somos víctimas constante para los arrebatadores; que esto cambie depende de todos”, expresó.

Estabilidad
Leonor Romero, de 88 años, vive en Yerba Buena. Todas la semanas se reúne con sus compañeras del Centro de Jubilados Mujeres Fraternales. Para ella, una de las mayores complicaciones es usar el colectivo. “La estabilidad cuando una se hace grande se va perdiendo; me cuesta mucho subir a los micros. Tienen los escalones altos y los choferes nunca paran cerca de la vereda, para que nos sea más fácil acceder. Ni hablemos de los días de lluvia: yo no puedo saltar el charco, así que siempre termino mojándome los pies. Cuando me tengo que bajar, lo hago por adelante, porque de otra forma seguro termino arrastrada”, expresó.

Los que optan por los autos de alquiler no están exentos de peligros. Nilda Ponce tiene 77 años y siempre viaja con la plata justa en la mano. Sin embargo, esto no evitó que la estafaran. “Una vez el taxista no quiso recibirme la plata. Me dijo que le diera otro billete porque ese estaba roto. Tanto insistió que saqué el dinero que tenía escondido para pagar la tarjeta. Le dí $ 50; no sé en que momento me los cambió, pero él decía que le había dado solo $ 5. Me puse tan nerviosa que no atiné a decirle nada. Desde ese día, algún familiar siempre me acompaña cada vez que tengo que pagar algo”, relató.

Escaleras interminables y en mal estado, largas colas para cobrar o realizar un trámite de la obra social y pocas sillas disponibles aumentan las quejas de los abuelos. La mayoría de los edificios del Estado, incluso los hospitales, no cumplen con las condiciones mínimas para facilitar su uso, según denunciaron. “Como si fuera poco, si uno necesita ir a un médico especialista de un hospital tiene que pasar toda la noche haciendo cola, con el riesgo de enfermarse”, dijo Juan Carlos Silvera, de 78 años.

Ir al cine o al teatro implica toda una odisea. Esther Chanful es la presidenta de un Centro de Jubilados al que asisten Teresa, Nilda y Leonor. Ella cuenta su experiencia: “Cuando fui al (Centro Cultural) Virla, hasta que pude llegar a mi asiento ya había empezado todo, y eso que no uso bastón, si no tardaba más. Otro tema es cuando vas a cobrar. Todos tenemos que esperar horas enteras parados en los bancos”

Lo que necesitan los abuelos

Que se mejore el acceso a los servicios de salud.

Que haya equipos especializados en la atención de los problemas afectivos, económicos y sociales de los ancianos.

Que se concientice a la sociedad sobre la importancia de cuidar a los abuelos.

Que haya transportes adecuados, veredas sanas y rampas accesibles en los edificios

Fonte: La Gaceta de Tucumán (Argentina), 20 Enero 2008. Reproducido por RLG, em 22/1/2008. Disponível Aqui 

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