La experiencia del aprendizaje en la tercera edad incrementa el nivel de salud psicofísica e influye en la calidad de vida, dado que la actividad de aprender, que implica asistir a la universidad y relacionarse con otras personas, permite que la energía se focalice en un proyecto personal. A estas conclusiones llegó un equipo de investigadores que trabajó con un grupo de personas mayores de 60 años asistentes al Programa Universidad de la Tercera Edad (UniTE). “Con esta experiencia con adultos mayores se está creando un nuevo modelo, ‘el modelo del buen envejecer’”, afirman los investigadores.
Noelí Cristti y Julián López *
“El narcisismo propio de los sujetos, en el caso de los adultos mayores, va sobre sí mismos; la persona tiende a encerrarse y ahí se desarrollan las patologías. En estos últimos años se ven muchos cuadros de melancolía y depresión. Sabemos que estos cuadros pueden conducir a la muerte, es una posibilidad”, asegura a InfoUniversidades la psicoanalista Mónica Straschnoy, y agrega: “La energía psíquica que se pone en los objetos a cierta edad, tiene que ver, por ejemplo, con el embellecimiento del cuerpo, la delgadez, cuestiones creadas por los modelos sociales. Al poner la energía en un proyecto personal, se evita que se dirija hacia el propio cuerpo produciendo enfermedad. De lo contrario, las personas se encierran sobre sí mismas y hablan todo el día de los dolores del cuerpo.”
“La investigación parte de una observación en campo, del trabajo con adultos mayores en el ámbito de la universidad”, indica la investigadora. “Surgieron preguntas como qué hace que una persona mayor de 60 años tenga tantas ganas de aprender, de preguntar, de intervenir, de relacionarse con los compañeros”, afirma. A través de una encuesta con 15 preguntas administrada a 150 alumnos, se pudo comprobar la hipótesis que guio el trabajo: el aprendizaje en adultos mayores sería una condición necesaria para incrementar el nivel de salud psicofísica.
“La salud es entendida desde lo psicofísico, el poder estar mejor repercute en la salud”, explica Straschnoy, y agrega: “Pensamos al ser humano como una totalidad, si algo repercute en lo psíquico, se va a ver reflejado en lo físico”. Según las respuestas de los encuestados, “la experiencia de aprendizaje, motivada por la adquisición de nuevos conocimientos, incorporó cambios en la vida de los alumnos en lo que a sus aspectos personales se refiere, proporcionando una mejor calidad de vida”.
En ese sentido, Straschnoy sostiene que “en el 90 por ciento de los casos hubo cambios, y el 91 por ciento considera que los conocimientos adquiridos permiten vivir mejor. Los resultados muestran porcentajes muy altos. Cuando indagamos sobre si se encontraron posibilidades propias que antes no conocían, nos preguntamos si hay un cambio subjetivo en la posibilidad del aprendizaje, de estar con otros, de vincularse, de estar contenidos socialmente. Con el aprendizaje adquieren un estatus social de estudiantes universitarios que para ellos es importante, son escuchados, y pueden colaborar con los hijos y con los nietos”.
“Las instituciones públicas tienen que dar lugar a estas experiencias porque significan una inversión en salud”, concluye Straschnoy.
* Noelí Cristti y Julián López. E-mail: [email protected]. Universidad Nacional de Lomas de Zamora, Disponível Aqui