Cuando comencé a trabajar temas sobre vejez también encontré en los comics historias acerca del tema. Al comienzo me decepcioné mucho porque hice una búsqueda a través de buscadores de internet de los términos “vejez” y “comics” y aparecieron cosas que considero degradantes como bromas que ridiculizan a las personas mayores y los usan como motivo de risa. Con el tiempo y la suerte encontré dibujantes que me encantan que tomaron este tema con mucha más profundidad y con una mirada crítica. Todos ellos tuvieran como inspiración a sus padres y la experiencia de verlos envejecer.
Gabriela Ramos Bonilla *
Cuando comencé a trabajar temas sobre vejez también encontré en los comics historias acerca del tema. Al comienzo me decepcioné mucho porque hice una búsqueda a través de buscadores de internet de los términos “vejez” y “comics” y aparecieron cosas que considero degradantes como bromas que ridiculizan a las personas mayores y los usan como motivo de risa.
Con el tiempo y la suerte encontré también dibujantes que me encantan que tomaron este tema con mucha más profundidad y con una mirada crítica. No es coincidencia que todos ellos tuvieran como inspiración (a veces como personajes principales) a sus padres y la experiencia de verlos envejecer. Ojalá encuentre uno de estos días un comic sobre vejez en primera persona para tener otros puntos de vista. Estas historia valen la pena de ser leídas y pensadas y como ya he recopilado una cantidad de ellos considerable lo comparto por este medio con ustedes en el orden en que los encontré.
La historia que retrata “Arrugas” trata de Emilio, un hombre que está en sus setentas y que sufre de Alzheimer. Desde la primera página del libro me atrapó:
Un hombre sentado en un gran escritorio les dice a una pareja joven: “Comprendo su insistencia, pero, créame que estoy totalmente impedido de ayudarle. Con su sueldo y no trabajando su esposa, me es imposible concederles el préstamo hipotecario. Si ustedes tuvieran alguna cosa como garantía podríamos intentarlo…”.
La pareja mira asombrada al hombre. De pronto el joven grita: “¡Yo no quiero ningún préstamo! ¡Esto es desesperante! No estás en el banco desde hace muchos años. Lo único que quiero es te comas de una vez la cena. Ya nos has hecho llegar tarde otra vez”. El banquero baja la mirada con un gesto de sorpresa y tristeza. Ve sus manos arrugadas, está en su cama, la pareja joven es su hijo y su nuera… Se siente molesto y avergonzado. Baja la mirada, toma la sopa, se la tira en la cara a su hijo y dice: “Ya se pueden ir”.
La familia de Emilio decide que lo mejor para su padre es ingresarlo en una residencia para ancianos. Emilio no cree esto, se siente abandonado pero no dice nada. Así comienza esta historia y trata de la vida cotidiana de los enfermeros y ancianos de una residencia de España, la vejez, la enfermedad y la amistad. A veces divertida, increíblemente dura y sincera. Donde los recuerdos se hacen difíciles de encontrar pero parecen estar escondidos en algún lugar de la mente.
La historieta ha vendió más de 30.000 ejemplares sólo en España hasta el 2011, ha ganado una gran cantidad de premios y hasta ha sido convertida en película animada.
Joice Farmer usa el comic para relatar los últimos cuatro años de la vida de sus padres Lars y Rachel. Ellos eran una pareja que vivió todo su matrimonio en una pequeña casa del sur de Los Ángeles. La dibujante nos relata sobre los retos, miedos, frustraciones, risas y la resistencia que es parte de envejecer.
Joice se centra en el repentino deterioro físico y mental de sus padres, las dificultades que ellos atravesaban para vivir solos en casa, los accidentes cotidianos pero que marcan el punto quiebre de una vejez autónoma y el comienzo de una vejez que implica mayor apoyo de la familia y mayores cuidados. Las dificultades tragicómicas de Joice al tener que combinar el estar en casa con sus hijos y hacerse cargo de unos padres que no querían que los cuiden (¿les suena familiar?).
La dibujante fue una de las pioneras del comic underground en EEUU y trabajó en este comic mientras ocurrían estos sucesos por lo cual acabarlo tomó 13 años de su vida.
Roz Chast es una dibujante estadounidense que, como Joice Farmer, nos narra de los últimos años de vida de sus padres George y Elizabeth. Roz comienza contando la dificultad que tenían sus padres durante toda su vida para abordar temas “incómodos” como la muerte, la vejez, los planes a futuro, lo que sea… y cada vez que intentaba hacerlo, bueno, todos la trataban como una loca y le decían: “¿no podemos hablar de algo más agradable?”. Roz confiesa finalmente que ella tampoco quería hablar de ESO. Finalmente, hablar de las cosas incómodas de la vida no puede evitarse por siempre porque simplemente esas cosas incómodas ocurren: sus padres tenían 90.
Roz, a comparación de Farmer, cuenta sobre la vida con sus padres durante estos años con mucho humor aunque siempre bastante negro. Habla de la pérdida de memoria de su padre, la obstinación de su madre (con quien siempre tuvo una relación complicada), la acumulación de cachibaches de su papá, sus muchos esfuerzos de limpiar la casa sin que su madre la vea, la caída de su madre de una escalera por estar buscando un certificado tonto del Rey Neptuno que compró en su viaje a Hawai, los poemas de su madre dedicados a su falta de tino al trepar esa escalera (llamado “Muy rápido nos hacemos viejos, muy tarde nos hacemos sabios”) y finalmente la enfermedad y muerte de sus padres.
Hace poco vi un video de una conferencia que dio la dibujante acerca de este libro y ella dijo: Este libro trata de la relación de mis padres entre sí, mi relación con ellos y nuestras formas de enfrentarnos con esta última etapa de la vida.
Vean el video si tienen curiosidad, Roz es muy divertida y me da mucha risa que sea idéntica a sus dibujos: Aquí
Una de mis cosas favoritas del libro es su manía por mostrarnos la historia de su familia, mezclar con sus caricaturas algunos poemas y objetos de sus padres e incluso agregar fotografías del antiguo apartamento de sus padres del que tanto habla y fotos antiguas familiares. Tal vez es mi manía antropológica de recopilar data y registrarlo todo.
Este libro es el primero que hace Roz Chast en el formato de novela gráfica, ya que anteriormente se ha desempeñado como dibujante del New York Times. En el 2014 este libro obtuvo dos prestigiosos premios: el premio Kirkus y el premio del National Book Critics Circle Award.
Lucy Knisley, una dibujante de 27 años, relata un viaje que realizó con sus abuelos nonagenarios en un crucero. Lucy intercambia momentos del viaje con las memorias de guerra (IIGM) que su abuelo había escrito y le había regalado hace ya muchos años. Comparte su frustración, miedo, reflexiones sobre la fragilidad de la vejez, cansancio y profundo amor por sus abuelos.
Este libro me gustó mucho, en muchas partes me vi identificada con lo que vivo con mis propios abuelos que dentro de poco cumplirán 91 años cuando a veces hemos caminado por la calle y mi abuela que es de la mitad de mi tamaño me dice que yo soy su bastón. Lucy muestra esa lucha y responsabilidad grande de cuidar a una persona que amas mucho y sabes muy frágil, así como tener cuidado por no hacerlo sentir disminuido y no respetado o incómodo.
* Gabriela Ramos Bonilla en Noticias y micelánea: Aquí