Elias, en su conferencia “Envelhecer e morrer”, publicada como ensayo en el libro A solidao dos moribundos, provoca reflexiones en torno a la necesidad de desarrollar un diagnóstico de “los problemas que aún precisan ser resueltos” en cuanto al momento en el que se habla de los viejos y de los moribundos en las sociedades desarrolladas.
Oscar Gerardo Hernández Lara *
Un aspecto que Elias destaca es el enfrentamiento al poder de los otros, de las personas con fuerza, juventud, status, independientes, en comparación a las personas adultas mayores, que, en una forma de adaptación, dice el autor, regresan a un comportamiento infantil, y con ello, a la estructura de personalidades y roles basadas en aquellas características, en roles de poder.
Elias menciona también el aspecto afectivo y el aislamiento. Afirma que en países más desarrollados, este último aspecto tiende a ser más agudo. En las sociedades industriales, es el Estado quien protege a las personas mayores o moribundas. Sin embargo, el envejecimiento tiene una relación directa con el aislamiento. El grado de individualización prevalece. Las relaciones sociales que otrora fueron creadas, también pasan por un proceso paralelo al envejecimiento, en el cual se adelgazan, se alejan, se tornan distantes. Incluso, puede suceder que los amigos de toda la vida de alguna persona (anciana o moribunda) no se enteren de la muerte de éste sino hasta meses después.
El mayor aumento y divulgación del conocimiento, y especialmente, en cuanto a las enfermedades, epidemias y del consecuente mayor control de éstas, es un “ejemplo de como la expansión del conocimiento congruente con la realidad desempeñó un papel en la mudanza de los sentimientos y comportamientos humanos”. Las personas saben ya qué esperar de las enfermedades fatales, mortales, y de las epidemias. Hasta llegar a grados extremos de pánico o indiferencia.
Elias retoma una de las variables demográficas para explicar la mudanza en el entendimiento de la vejez y de la muerte en los jóvenes. Se trata de la esperanza de vida, que, con los adelantos médicos, en higiene y en alimentación, así como tiempos/espacios no bélicos ha aumentado considerablemente. Esa “lejanía” temporal de la vejez y de la muerte, para los jóvenes, implica un aislamiento inmediato para con los ancianos.
* Oscar Gerardo Hernández Lara, geógrafo, doutorado em Geografía na Universidad Nacional Autónoma de México, estágio na USP-FFLCH. Temas: estudios regionais, rurais, envelhecimento da população. Email: o.hlara6@gmail.com