Esta mujer excepcional cumplirá 102 años el próximo 22 de abril. Sabía lo que escribía cuando publicó ‘El as en la manga’. Ahora la Colección Drakontos lo edita en formato de bolsillo, para que nadie pueda quedarse sin echarlo una ojeada. No hay experiencias personales en el libro, sólo un resumen certero de lo que sabemos del cerebro humano y de su forma de envejecer, y cinco ejemplos de ancianos creadores y creativos hasta el final de sus vidas: Michelangello Buonarrotti, Galileo Galilei, Bertrand Russell, David Ben Gurion y Pablo Picasso. Arte, ciencia y política representadas.
J.C.Deus *
La neurobiología moderna demostraría que merced a la plasticidad neuronal, el cerebro suple la pérdida de células que acontece con la edad con la propiedad que tienen las restantes de compensar esa disminución numérica con un aumento de las ramificaciones y la utilización de circuitos neuronales alternativos.
Las cinco biografías que demostrarían la tesis de que el cerebro se puede mantener activo hasta el final, son ejemplos optimistas, espejos donde mirar. No hay recetas milagrosas en este escrito, ni sentencias brillantes ni consejos de autoayuda ni experiencias propias que ilustren la tesis propuesta. Esta mujer es muy parca y poco comunicativa. Ya lo verán en la entrevista que incluimos.
En general, el opúsculo refleja una persona muy cerebral, con pocas vivencias personales, que ha vivido volcada en su profesión. Una mujer que no tuvo amores masculinos ni se proyectó en la maternidad. Existe el lugar común de pensar de que cuánto menos te involucras, cuánto más fríamente ves la vida, más aguantas. A lo peor, es verdad.
En 1987 recibió la Medalla Nacional de la Ciencia, el máximo reconocimiento de la comunidad científica estadounidense. En el año 2001 fue designada senadora vitalicia por el presidente de la república italiana Carlo Azeglio Ciampi. El 23 de octubre de 2008 fue investida doctora “honoris causa” por la Universidad Complutense de Madrid.
Soltera y feminista perpetua -“yo soy mi propio marido”, dijo siempre- apenas oye y ve con dificultad, pero investiga, da conferencias, y conversa y recuerda con lucidez asombrosa. En vísperas de su centenario recibió a un reducido grupo de periodistas en la sede de su fundación romana, uno de ellos era el corresponsal de El País.
Pregunta. ¿Cómo es la vida a los cien años?
Respuesta. Estupenda. Sólo oigo con audífono y veo poco, pero el cerebro sigue funcionando. Mejor que nunca. Acumulas experiencias y aprendes a descartar lo que no sirve.
P. ¿Qué momentos de su vida han sido más emocionantes?
R. El descubrimiento que hice, que hoy es más importante que entonces. Cuando cada experimento confirmaba mi hipótesis, que iba completamente contra los dogmas de ese tiempo, viví momentos emocionantes. Quizás el más emocionante. Por el resto, el reconocimiento de Estocolmo me dio mucho placer, claro, pero fue menos emocionante.
P. Su tesis demostró que, de los dos hemisferios del cerebro, uno está menos desarrollado que el otro.
R. Sí, el cerebro límbico, el hemisferio derecho, no ha tenido un desarrollo somático ni funcional. Y, desgraciadamente, todavía hoy predomina sobre el otro. Todo lo que pasa en las grandes tragedias se debe al hecho de que este cerebro arcaico domina al de la verdadera razón. Por eso debemos estar alerta. Hoy puede ser el fin de la humanidad. En todas las grandes tragedias se camufla la inteligencia y el razonamiento con ese instinto de bajo nivel. Los regímenes totalitarios de Mussolini, Hitler y Stalin convencieron a las poblaciones con ese raciocinio, que es puro instinto y surge en el origen de la vida de los vertebrados, pero que no tiene que ver con el razonamiento. El peligro es que aquello que salvó al australopithecus cuando bajó del árbol siga predominando.
P. En cien años usted ha conocido esos totalitarismos. ¿Cómo se puede evitar que vuelvan?
R. Hay que comenzar en la infancia, con la educación. El comportamiento humano no es genético sino epigenético, el niño de dos o tres años asume el ambiente en el que vive, y también el odio por el diferente y todas esas cosas atroces que han pasado y que pasan todavía.
P. ¿Ha cambiado mucho su pensamiento a lo largo de la vida?
R. Poco, poco. Siempre pensé que la mujer estaba destruida porque el hombre imponía su poder por la fuerza física y no por la mental. Y con la fuerza física puedes ser maletero, pero no un genio. Lo pienso todavía.
P. ¿El cerebro sigue siendo un misterio?
R. No. Ahora es mucho menos misterioso. El desarrollo de la ciencia es formidable, sabemos cómo funciona desde el lado científico y tecnológico. Su estudio ya no es un privilegio de los expertos en anatomía, fisiología o comportamiento. Los anatomistas no han hecho gran cosa, quitando algunos. Ahora ya no hay barreras. Físicos, matemáticos, informáticos, bioquímicos y biomoleculares, todos aportan cosas nuevas. Y eso abre posibilidades a nuevos descubrimientos cada día. Yo misma, a los 100 años, sigo haciendo descubrimientos que creo importantes sobre el funcionamiento del factor que descubrí hace más de 50 años.
P. ¿Hará fiesta de cumpleaños?
R. No, me gustaría ser olvidada, ésa es mi esperanza. No hay culpa ni mérito en cumplir 100 años. Puedo decir que la vista y el oído han caído, pero el cerebro no. Tengo una capacidad mental quizá superior a la de los 20 años. No ha decaído la capacidad de pensar ni de vivir…
P. Díganos el secreto.
R. La única forma es seguir pensando, desinteresarse de uno mismo y ser indiferente a la muerte, porque la muerte no nos golpea a nosotros sino a nuestro cuerpo, y los mensajes que uno deja persisten. Cuando muera, solo morirá mi pequeñísimo cuerpo.
P. ¿Está preparada?
R. No hace falta. Morir es lógico.
P. ¿Cuánto desearía vivir?
R. El tiempo que funcione el cerebro. Cuando por factores químicos pierda la capacidad de pensar, dejaré dicho en mi testamento biológico que quiero ser ayudada a dejar mi vida con dignidad. Puede pasar mañana o pasado mañana. Eso no es importante. Lo importante es vivir con serenidad, y pensar siempre con el hemisferio izquierdo, no con el derecho. Porque ése lleva a la Shoah, a la tragedia y a la miseria. Y puede suponer la extinción de la especie humana.
Libro
El as en la manga - Los dones reservados a la vejez. Rita Levi-Montalcini. Traductor: Juan Vivanco, Editorial Crítica Clásicos de la ciencia. Colección Drakontos Bolsillo. Dirigida por José Manuel Sánchez Ron Libro (Rústica sin solapas) 9.90 €
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